miércoles, 7 de octubre de 2009
Mi amigo Kumar.
Un hombre bueno. Un alma pura. Dos manos fuertes. Una memoria que quiere borrar. Kumar.
Tuve la maravillosa oportunidad de coincidir con él en este trayecto llamado vida. Nunca había visto a
alguien tan entregado a lo que hace, con una sola motivación ayudar a los suyos a tener una vida más digna. Quienes lo conoce y saben de culinaria los describen como un cocinero excepcional, un tipo con una gran inteligencia practica, esa que no se aprende en escuelas, y yo simplemente como un compañero inigualable. Kummy como le dicen todos en el Restaurante Le Saint Tropez de Toronto, bueno... todos menos Roberto el gerente que gritando pronuncia con todas sus letras KUMAARRR!! , con la única intención de saber si falta algo en almacén, y es que Roberto, el viejo gordito italiano más simpático que he conocido en mi vida, no sabe hablar solo gritar. Aunque le dé cada indicación con su voz estridente se percibe en cada gesto que el sabe que esto sin Kummy es nada. Que en el fondo le gustaría darle esas vacaciones que nunca le ha dado, porque no hay quien lo sustituya, o poner los deliciosos platos que inventa en el menú, pero este mundo no es perfecto y mucho menos justo. Inclusive en el pais más open-minded y civilizado del mundo no todos somos iguales.
El único pecado de Kumar fue nacer en Sri Lanka, un país según describe hermoso, lleno de playas de arenas blancas y animales exóticos, pero donde no se puede vivir. Donde la pobreza es cosa del día a día. Se bebe agua de un pozo y se come lo que aparezca. Aunque allí la carencia predominante es una que no se remedia, solo, con pan y leche, o con asfalto y electricidad, lo que falta en esta isla asiática se llama derechos humanos… paz.
Sri Lanka vive en guerra civil. Originada por los problemas de convivencia entre la etnia mayoritaria cingalesa y la minoría tamil de origen hindú. “Los tamiles, oprimidos durante años y marginados por las leyes elaboradas por la mayoría cingalesa, mantienen una lucha encarnizada por la independencia de los territorios del norte y este de la isla… A partir de la independencia, en 1948, los tamiles empiezan a ver recortados sus derechos. La situación se agrava en 1956, cuando el cingalés es instituido lengua oficial, lo que cierra muchas puertas a la minoría hindú, y empeorará en 1970, con una legislación discriminatoria respondida con rebeliones y desobediencia civil. Ese mismo año se crea el movimiento Tigres de la Liberación Tamil Eelam (LTTE). A partir de 1976 el conflicto comienza a radicalizarse, si bien no será hasta 1983 cuando se pueda hablar de guerra civil, una guerra que durante 19 años se ha cobrado la vida de 65.000 personas”.
Según datos de Amnistía Internacional de 28 de enero de 2009 el conflicto a llegado a niveles escalofriantes, y acusa al movimiento Tigres de la Liberación Tamil Eelam (LTTE) de cometer crímenes de guerra pues están violando las leyes de la guerra al atacar a la población civil e impedirle que se ponga a salvo. Según la información que ha recibido Amnistía Internacional, los Tigres de Liberación han impedido a civiles heridos, al menos en una ocasión, trasladarse a lugares más seguros o acceder a atención médica. “Las fuerzas gubernamentales srilankesas han expulsado a los Tigres de Liberación de todas las principales zonas urbanas que habían estado bajo su control durante casi una década y los han empujado hacia una reducida extensión de terreno, donde también han quedado atrapados los más de 300.000 civiles que han ido huyendo ante el avance de las tropas gubernamentales. Esta población ha sufrido múltiples desplazamientos y su vulnerabilidad aumenta a medida que se aproximan los combates.” Muchos de los srilankenses que han podido escapar de este caos han decidido partir lo más lejos posible, a algún lugar donde ser libres de la violencia.
Kumar llego a Toronto hace 7 años, me lo decía cada vez que podía, junto a su hermana y su hermano como refugiados de guerra ante el gobierno de Canadá. Ambos estudian en la universidad (después de terminar el hight school justamente el año pasado) los primeros de su familia en lograrlo y los que lo convierte en el mayor orgullo de Kummy. Lo que más feliz lo hace, me contaba, era que el mismo se la paga… es lo único que sabe les puede dejar como patrimonio. Desde que puso un pie en el país del maple (Después de un periplo por el mundo en busca de mejor vida, que lo llevo a Hong Kong, Londres, Nueva York, entre otras ciudades) lo de Kummy ha sido trabajar. A la semana de haber llegado inició su labor en la cocina del Saint Tropez donde ha asistido de lunes a sábados de 4 de la tarde a 12 de la madrugada o hasta cerrar durante 7 años, sin faltar un solo día y vacaciones ¡ni pensarlo! Pero no crean que las mañanas son para dormir y el domingo para descansar, ¡no! Kummy se despierta a las 7 AM se prepara y tomar el metro por 35 minutos para llegar nuevamente al downtown exactamente a Gould con Younge donde se ubica el restaurante thai donde cocina de 8 AM a 4 PM y los domingos full time de 8 AM hasta cerrar. Así es la vida occidental de Kummar, tratando de olvidar su pasado en Sri Lanka mientras va contruyendo su futuro y el de los suyos. Con lo que gana, a parte de pagar la matricula de sus hermanos, los gastos de la casa que comparte con ellos y sus gastos personales, Kumy no puedo olvidar mandar ese dinero que mensualmente le prometió a su madre cuando dejo Sri Lanka. Sin este quizás no se coma en la casa, el papá ya esta en cama y no puede trabajar, y con el sueldo que recibe la mamá como maestra no da para nada.
A pesar de todo lo que sorprende del gran Kumar es su eterna cara alegre y su deseo de ayudar a los demás. La paciencia como me enseñó a poner la fresa encima del crème brûlée, después de quemar la azúcar o a simplemente pelar una papa, nunca la voy a olvidar. El sabía que nunca iba aprender, siendo honesto, porque algunos no nacimos para eso, pero no perdía la esperaza y el deseo de colaborar con que aquel trabajo de verano terminara para mi de la mejor manera posible. Yo nunca olvidaré a Kumar, que con su inglés extrañísimo trataba de darme consejos sobre la vida, y me decía “Amigo” en español perfecto. De aquella sonrisa que exponía todo el esplendor de sus blanquísimos y grandes dientes para mi algo redondos, que resaltaban de manera impresionante gracias a su piel hindú morena, como quemado por el sol y su pelo lacio pero recio, pelado siempre en forma de honguito; para mi Kumy es igualito a Mowglie personaje principal de la película de Disney El Libro de la Selva, =)
Espero algún día volverme a encontrar con Kumar, y ojala sea en aquí en la isla donde nací. Que quizás no sea tan linda como Sri Lanka, pero que tal vez le recuerde lo que se siente bañarse en una playa de olas de paz y no de guerra. Ese día pretendo no dejarlo mover un dedo para nada, atenderlo a cuerpo de rey y agradecerle de forma verdadera todas las comidas que me preparo a mi gusto y antojo, cada noche sin tener la obligación. Pero, sobre todo el don de gente que siempre tuvo hacia mí en la cocina del Saint Tropez. I love u Kumy!! You’re the best!! I miss you! And I will remember you and your words forever...
Fuentes
SRI LANKA
Más de dos décadas de rebelión tamil
Civiles atrapados en el conflicto de Sri Lanka
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